Como quiero estar el menor tiempo posible despegado de la computadora, tomo un taxi. Le digo que se vaya todo Eje Central hasta la altura del edificio de Correos. Él obedece. Mientras, yo pienso en palabras como silicio poroso, nanoestructuras o conductividad térmica, y junto las manos detrás de la cabeza. Según el conductor, el tráfico está raro y se cambia a Isabel La Católica, que está todavía peor. Me incorporo de mis pensamientos y me acerco para decirle que la caga, un segundo después pierdo el ánimo de confrontarlo y vuelvo a recargarme a mis anchas. Qué chingados importa, de todas formas hay tráfico por todos lados. Disfruto del movimiento a vuelta de rueda y puedo ver cómo todos los transeúntes nos rebasan, se desconciertan con mi sonrisa, me asombra su agobio.

Llego a Correos con mi sobre. Como quiero que llegue cuanto antes, lo mando por MexPost. La encargada de la ventanilla me atiende algo angustiada. Algo anda mal. Relleno todo, entrego el sobre, lo pesa y me dice una cantidad ridícula. ¿Qué?, pero si hace seis meses costaba la mitad. Es que ya subió el dólar, me dice, ¿qué no vio? No vi, claro. Tengo que cruzar la calle y buscar el cajero más cercano.

Al terminar, la ventanilla me dice que también ellos están desconcertados. El dólar a 14 pesos en el aeropuerto. Salgo y apachurrado entro en el metro con el ánimo de ahorrarme cada centavo. En vez de tres quesadillas, me compro dos y sin queso.

En la noche, espero el mensaje del Presidente, como el hijo que espera que su papá por fin haya encontrado trabajo. Pues no, nos dice Felipe, tendremos que apretarnos el cinturón. Sus medidas me recuerdan a mi clase de economía, a Keynes, pero también las recesiones. Caray, nada alentador el panorama. Construir cárceles le parece matar dos pájaros de un tiro. Puede ser.

Aún así sigo con mi optimismo y me acuesto en el colchón a leer. Pero hay algo que me distrae, no me puedo concentrar. Quizás es la presencia de la crisis que ahí viene, ahí viene por Xoxocotla. Levanto los hombros y sigo en el libro. ¿Mi optimismo comienza a tener tintes cínicos?, espero que no ingenuos, al menos. Nada mal puede resultar después de todo este fracaso. Quizá muera de hambre, eso es todo. El humor permanecerá, eso sí, y habrá alguien que nos recordará con gracia.

***

Yeso en Punto en Línea de la UNAM. Si lo leen me dicen qué les pareció.

***

Anuar, Posada y yo en el homenaje a Juan José Arreola en Donceles 66. Me vengo enterando al entrar al evento. Leemos nuestros textos. Le dedico mi lectura a Ella, como nunca hubiera imaginado hacer en mi vida (¡ay!, pongo mi mano en la frente, soy un cursi). Nunca he leído a Arreola, más que El Prodigioso Miligramo que me recomendaron Borges y Pitol en su literatura. Además de enamoradote sin remedio, soy un usurpador que lee en eventos de gente que no conoce. Quiero jugar todos los juegos posibles.

***

Para que no se apachurren, les dejo este video.